domingo, 17 de julio de 2011

las autopistas de la información vs las carreteras del descubrir


Una de las cosas que me encanta de tener hijos, es ver y rever hasta el cansancio las películas que nos encantan. Y aunque parezcan inocentes historias para niños, siempre voy descubriendo nuevas puntas de reflexión, vueltas más profundas. Después de todo, en cada pequeña historia, está la historia de los hombres. Nuestros miedos y nuestros sueños.
Cuando vi Cars, la primera versión de esa maravillosa película de Pixar, me quedó siempre dando vueltas esa analogía de la súper-autopista que unía el este y el oeste, ahorrando mucho tiempo de viaje, pero que dejaba fuera pequeños pueblitos que tradicionalmente habían subsistido gracias a la histórica ruta 66. De hecho según Lassetter, mucho de la historia estaba ahí. Y siento que esa realidad es una verdad mucho más profunda en nuestro mundo hoy.
Es más, cuando veo cómo estamos usando Internet, siento que finalmente nos subimos a esa autopista velocísima de tener la información que buscamos (o que creemos buscar), al alcance de la mano. Pero también, dejamos fuera muchos pequeños pueblitos, hallazgos que no estamos buscando, pero que posiblemente darían nuevas interpretaciones o descubrimientos a nuestra búsqueda inicial.
Lo lindo de las road-movies es que el protagonista nunca es el mismo cuando sale que cuando llega. Cada parada, estación de servicio, restaurante de camioneros, muchacha haciendo dedo, conversación profunda en un desierto con aquel ser del que hemos renegado tanto tiempo, forjan finalmente el destino final. ¿No nos estaremos perdiendo eso de Internet?
Me refiero a esa miríada de posibilidades que hace tantos años se abría para que pudiéramos perdernos en tantos miles de discursos, fotos, historias, películas, videos, canciones y cuanta cosa se le ocurriera a algún remoto ser de un pequeño pueblito conectado, que llegábamos así, de casualidad, y nos cambiaba la perspectiva de las cosas.
Ojo, no reniego de Google, ni de las redes sociales, ni de tantas innovaciones maravillosas que han ido descubriéndonos y sorprendiéndonos. Simplemente pienso en el inevitable devenir de nosotros, y en el afán de ir cada vez más rápido hacia un destino que muchas veces ni siquiera sabemos cuál es, porque lo vamos descubriendo en el camino. A lo mejor Godin tenía Razón, y la Internet se terminó. A veces creo que nos estamos quedando -una vez más- con la sombra de las cosas, y estamos felices con eso. Pero hay más. Detrás de las búsquedas que hacemos, hay millones de otros sitios que alguien decidió que no eran relevantes para nosotros. Pueblitos que no valía la pena visitar. Les dejo la inquietud. Por mientras, voy a buscar el link a un maravilloso video de TED que lo explica por supuesto mucho mejor que yo.