viernes, 7 de octubre de 2011

Mi pequeña historia con Apple.

Todos han hablado del aporte de Steve Jobs al mundo en general, por eso no creo que valga la pena seguir enunciándolo, a pesar de ser Mac Fan declarado.

Mi pequeño homenaje, es tal vez un poco más modesto, y tiene que ver con la primera vez que yo vi esa manzana mordida.

Era 1984 y yo estaba por cumplir diez años. En la calle Colón, todavía estaba el consultorio de mi pediatra, el Abel Albino.

Como pocas veces, había ido con mi papá. Era invierno y hacía mucho frío. Y cuando salimos, en ese atardecer azul oscuro de las seis y media en Mendoza, los ventanales de un negocio iluminaban la vereda.

Ibamos de la mano, esa mano grande y cuadrada que tiene mi viejo, que es la misma con la que hoy tomo yo la mano de mis hijos. Nos paramos a mirar y entramos. Estaba sobre un escritorio, todavía cuadrado, todavía color té, todavía sin saber de Helveticas o Adobes o jpegs. Y al lado, conectado a un pequeño cable, estaba ese rectangulito con una rueda.

- Mirá -me dijo mi viejo- eso se llama mouse.

Algunos padres llevan sus hijos a pescar, otros los llevan al estadio, o les enseñan cualquier cosa que los marca para siempre. A mí mi viejo me enseño que eso era un mouse, y que el computador era Apple.

Gracias Steve Jobs por ese momento con mi viejo, que tantos años después recuerdo como si fuera hoy.