miércoles, 22 de agosto de 2012

Vivir o registrar

Llovía. Detenido en el semáforo, miré de pronto ese momento místico donde el agua que cae forma una bruma que se mezcla con el gris y verde de la viña que cada mañana me va describiendo las estaciones. Lo primero que hice fue buscar el celular para tomar la foto y dejar una prueba visible de ese instante.

Pero antes de meterme la mano en el bolsillo pensé en el enfoque, el cuadro, el tiempo que tardaría la luz en cambiar a verde y de repente me di cuenta que era más el tiempo que me tomaba pensar en cómo haría el registro de ese momento perfecto, que me robaba el tiempo de disfrutarlo de verdad, de vivir de verdad eso que me estaba pasando, y que tenía el privilegio de vivir. Entonces preferí quedarme así. No saqué la foto. Sólo me quedé mirando cómo el vidrio del auto se derretía con el agua mientras que afuera la viña y el gris y los árboles y el viento y el silencio ensordecedor de la lluvia cayendo me volvían en mí, y en la conciencia plena de estar por un segundo, presente.

Cuando el semáforo dio el paso me fui pensando en las fotos de los cumpleaños, en las de las montañas rusas, en las que tu hijo da su primer paso, en todas las fotos de esos momentos perfectos y únicos que te da la vida, esas fotos que todos nos envidian por haber tomado tan bien, y me pregunté inevitablemente si cuando uno las toma, está realmente viviendo ese momento, o pensando en cómo va a quedar la imagen, el cuadro, el contraste, el flash, o lo que sea que distraiga nuestra atención de estar realmente ahí. Vivir de verdad, o vivir detrás del lente. Detrás de una pantalla más.