Esto pasó el viernes pasado. El 11. No tiene ninguna pretensión de ser una crítica literaria, ni mucho menos -y desde luego-, una crónica gráfica!
Estoy en Buenos Aires, y por una de esas alineaciones cósmicas (como se dice por ahí), coincidió mi viaje con la presentación de "Macanudo 7" de Liniers y "El Arte" del catalán Juanjo Sáez. Ambos libros editados por la editorial Común, emprendimiento osado y a riesgo familiar del propio Ricardo Siri Liniers.
Así que partí con dos de mis hijos a disfrutar de esa maravillosa "coincidencia". El pobre Liniers hacía las veces de presentador de Juanjo, que claro, no es para nada conocido en el medio local (ni en los lados tampoco!)
De hecho la mayoría de los presentes íbamos más que nada a reencontrarnos con Macanudo y Liners; esa era la expectativa principal. No así la del presentador de Editorial Común, que se complicaba entero para poder generar una cierta equidad en la atención del público y en sus preguntas, que además estuvieron -estuvimos- bastante tímidos. Así transcurrieron los 3/4 de hora de esta presentación, y al final nos avalanzamos hacia una fila que desproporcionadamente pedía la rúbrica ilustrada de Liniers, y en una considerable menor medida la de Juanjo, que al rato estaba paseándose por ahí, como esperando que todo terminara pronto.
Tengo que decir, que inicalmente compré el libro porque me dio apuro. (También me dio apuro comprarlo porque estaba más caro que Macanudo). Pero ojo, lo vale!!! Creo que todos los que sentimos un mínimo de atracción por ese fenómeno tan esencial e inherente al ser humano como el Arte, en alguna medida deberíamos leerlo. No porque sea un tratado del arte, sino porque inevitablemente nos identificamos con su manera de mirar el arte, de disfrutarlo, de sorprenderse, de intentar explicarlo a alguien tan complejo y tan exigente como una madre... Recomendable.
Pero lo que principalmente motivó este posteo, fue Liniers. Liniers y su Macanudo. Ya el séptimo. No porque sea mejor o peor que los demás. Como él dijo, "Y... es un nuevo Macanudo". Me pareció interesante el fenómeno. Siempre me imaginé que la gente que dibuja comics, tiras, historietas, teveos, etc., era gente de pocas palabras. Tengo la misma opinión de los artistas. Siento que expresan su manera de mirar el mundo en su trabajo, y si fueran mejor hablando que dibujando o contando historias ilustradas, se dedicarían a dar discursos.
Ricardo, me voy a permitir llamarlo por su nombre, me mostró esa clase de persona que está muy consciente de ser un fenómeno. Una consciencia que es esencial para ese tipo de situaciones. Se nota que Liniers ya tiene 7 Macanudos en el cuerpo. Y otros tantos recitales con Kevin. Se nota porque se sienta frente a un micrófono, y no es el artista monosilábico críptico. Se sienta y habla con aplomo. Con cancha. Pero a la vez, busca seguir siendo el Liniers de siempre. No quiere ser más que lo que es. Mira de repente porque su papá está entre el público. Y su papá lo mira orgulloso, como si su hijo estuviera ganando el primer premio en la feria de ciencias del colegio. Eso lo hace humano, cercano, real.
Hace un tiempo, Juanes llegó a Chile para participar del Festival de Viña del Mar y cuando salía del Aeropuerto, iba con su guitarra colgando del hombro. Pensé para mis adentros que era una pavada. Que a esa altura de su carrera eso de llevar la guitarra colgando como un hippie por la playa era una pose, porque seguro tenía 20 asistentes que le llevarían las cosas. El viernes Ricardo Siri Liniers llegó al Ateneo de Florida, con su morral colgando, barbudo, medio despeinado igual que siempre. Y a él le creí. De alguna forma me acordé de Juanes y me hizo revisar esa opinión o ese prejuicio que tuve en su momento y me dije: ¿por qué no? Después de todo, cuando la vida empieza a parecerse a un torbellino de cosas que nos pasan, no está tan mal querer seguir siendo el de siempre. Al contrario! Cuántos artistas, actores, políticos, rockeros, futbolistas, publicistas, abogados, contadores, amas de casa, deberíamos mirar en qué momento dejamos de ser nosotros... Gracias Liniers, por recordarme las cosas que te pasan si estás vivo!
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