El otro día me acordaba de los pibes del barrio. Y se me apareció ahí "El Bombín". Laaargo como siempre, con su bicicleta de cross con carenado, esas que tenían una palanca de cambio al medio, y un asiento bananita con repaldo, de tapizado con brillante plastificado. Todo un desafío a las leyes actuales que protegen la integridad de los niños prohibiendo el tolueno y los vehículos sin cinturones de seguridad.
Se me hace que El Bombín siempre iba a tercero en la escuela. Era como tres o cuatro años más grande que yo, pero siempre fue largo. Largo y flaco. Tal vez por eso le decíamos bombín, como un inflador de bicicletas, no sé.
Nosotros fuimos creciendo, pero El Bombín siempre lo recuerdo en tercero.
Era vivo El Bombín. Les ponía un nombre a todos. Al Mauricio que era tartamudo, le decía Miliki o Metralleta. Al Fede, le decía Luppi, a mi no me acuerdo, pero seguro un nombre tenía.
Tenía una hermana que iba a ser reina de la Vendimia. La Mónica. Todos los años que el bombín iba a tercero ella iba a ser candidata. Me acuerdo que una vez la vi en un Carrusel, tirando uva y que me guiñó el ojo y todo. Primero iba a ser de Godoy Cruz y después Reina Nacional. Dicen que era re linda. Yo no sé porque no entendía de esas cosas todavía. Pero me dio uva.
También tenía un papá, que me era parecido a Minguito. Tenía un Renol 12, pero el de los focos enteros, no el de los dos circulitos que llegaron después, cuando empezaron a ser de plástico. Era verde oliva, y después de unos años empezó a mutar hacia otros destinos cromáticos, producto de la falta de cataforesis, diría alguien experto en publicidad de los fiat de los años 80.
De la mamá del Bombín no me acuerdo mucho. Capaz que trabajaba en la Municipalidad, o era maestra, como la mayoría de las madres que trabajaban en ese entonces, como la Marina, o la vieja de la Silvana y la Laurita. Esas que el papá tenía una camioneta con quesos y cosas ricas.
Si alguien ve al Bombín que me avise. Tal vez en estas tardes de otoño se siente todavía en la parecita de la entrada, a esperar al viejo que algunas veces llegaba en un unimog, o al tío que andaba en bici de carrera. Tal vez esté con su primo, ese que tenía una pata más larga que la otra y caminaba como en subibaja. Me lo imagino tomándose un yerbiado. Seguro que ahora fumándose un pucho, con ese aliento frío que entra en Godoy Cruz las tardes de otoño, ese que exhala el humo del tabaco, junto al vaporcito de adentro, con olor a melancolía.
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