jueves, 14 de enero de 2010

Terminal


Hay algo en la Terminal. Puede ser acá, en Estados Unidos, en Europa o en cualquier lugar del mundo. Pero una terminal de buses, a las 2 de la mañana es un lugar cerrado, donde una televisión retumba, y las personas son tal vez de manera excepcional, los solitarios de siempre. Ese sonido que llena los espacios como en una galería deshabitada. Y la mirada entre despierta y dormida, ansiosa por la llegada del bus que te llevará a destino. Cada tanto, alguien, generalmente con un pantalón azul o gris, puede pasar, con un lampazo, o un cepillo, limpiando el piso del polvo que por alguna razón, siempre se resiste.
Si la terminal está al medio de un viaje, en un pueblo perdido, la dosis de desolación puede ser adicional. Si además la gente habla en otro idioma, se puede multiplicar. De cualquier manera, esa sensación de estar en un paréntesis, como tantas esperas en una terminal, es una tremenda oportunidad para pensar y darse cuenta. Terminal tras terminal. ¿De eso se trata?

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