martes, 5 de enero de 2010

Una montaña Rusa

Hace unos días que estoy subido a tu montaña rusa.
A veces subimos riendo, tranquilos, ansiosos y excitados.
En un momento todo se detiene. La cumbre. Lo más alto.
No es posible subir más. La paz de un segundo. La plenitud de todo con vos.
Un paréntesis que sueño infinito.
Y después bajar con el vértigo que intenta alcanzarnos.
Y el alma que se quedó en la cúspide. Y el corazón.
Será por eso que abajo primero es el cuerpo embrutecido.
Y después cuando todos llegan, sólo después,  pensar, sentir, compartir.
Aunque ya es tarde; la carne primero hizo lo suyo.
Después volveremos a subir, despacio, con calma, para encontranos nuevamente en la cima.

1 comentario:

  1. Nunca fui muy amiga de las montañas rusas, creo que mis días son más de autitos chocadores.
    ¿?

    Pero suena bien lo que está viviendo, pulgar arriba.

    Muchas gracias por pasarse el otro día.
    Esto recién empieza asi que está bueno leer sugerencias y comentarios. Se agradece.
    Lucía

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