lunes, 22 de marzo de 2010

Búsqueda esencial


Ayer mi hijo de seis años jugaba con sus Lego. Dentro de su maravilloso mundo de fantasía, construyó un "barco-canoa" pirata. Me encantó, porque no lo hizo siguiendo el patrón o el manual de instrucciones, sino que lo hizo como mejor le pareció a él.

Mientras me lo mostraba, descubrí que el mástil está sostenido por una pieza que tiene el dibujo como de un mapa del tesoro. Entonces se lo comenté. Él, como si fuera un filósofo griego me respondió:

- Claro, este  pirata recorre muchos mundos buscando el mapa del tesoro. Él no se da cuenta que el mapa está en su barco, y siempre lo ha tenido.

Me quedé mirando su barco un rato largo. Recordando tantos libros, películas e historias, plasmadas en un barquito hecho con piezas de Lego... No pude sino reírme ante tanta sabiduría, y pensar en cómo hacemos para desaprenderla con los años.

martes, 9 de marzo de 2010

¿Qué valores "plasma" nuestra sociedad?

Desde que el terremoto llego a nuestras vidas, ha ido removiendo diversas estructuras, unas más visibles que otras. No quiero repetirme, ni seguir dándole vueltas a todo lo que se habla en todos lados.
Sólo me detengo a reflexionar, sobre un hecho que quisiera definir como insólito.

Es inevitable a estas alturas, que cualquier conversación entre dos personas que vivan desde la V Región hacia abajo en Chile, en algún momento se refiera a "cómo viviste/dónde estabas/qué hiciste/con quién estabas durante el terremoto".

Podríamos decir que es ya un tópico común.

Lo insólito o lo novedoso del caso, al menos para mí, es que dentro de las múltiples situaciones que he escuchado de distintas personas, una reacción recurrente al momento de sentir que el mundo se movía, fue (parafraseando la respeusta): "Yo lo único que hice fue quedarme esperando, mientras sostenía el plasma"

Parece gracioso. Parece casual. Pero cuando tantas personas responden de manera inmediata y sin pensarlo con ese tipo de reacción, es inevitable que concluya pensando que el plasma es probablemente, lo más valioso en las vidas de estas personas.

Aparentemente, es una pertenencia cuyo resguardo bien merece resistir en pie un cataclismo de proporciones. Y es la más importante. O sea, me atrevería a pensar que cientos o miles de personas prefirieron quedarse sosteniendo con fuerza su televisor de pantalla plana de no sé cuántas pulgadas, en lugar de salir a buscar hijos, o de abrazar parejas, o de salir corriendo, o... lo dejo a criterio de tu lista de prioridades en la vida, querido lector.

Evidentemente en momentos como esos, todos sabemos que uno reacciona con los instintos más básicos, echando mano a lo primero que identificamos como lo esencial, lo que no podemos permitirnos perder, olvidar, o dejar atrás. Miles de personas, prefirieron cuidar su Plasma. Por eso me pregunto hoy en un estúpido juego de palabras, sobre los valores que nuestra sociedad plasma...

lunes, 1 de marzo de 2010

¿nada que lamentar?

Sería un desalmado si me sintiera una víctima de los últimos acontecimientos de mi querido Chile. Gracias a Dios, lo más cerca del caos y la destrucción que estuve, es la escena que ilustra este posteo: Mi escritorio, que no está mucho más desordenado que cualquier día de ajetreo normal en la oficina, tal vez un par de pedazos de pared encima de la bandeja de los pendientes y una que otra grieta en el muro.
Mi familia y yo, nada. Ni un rasguño. Un par de tazas rotas. Y unas copas. Nada más. Sí el miedo de sentir que nada de lo que hagamos en esos momentos,  realmente tendrá un efecto cuando ves la fuerza de la naturaleza, mostrar un pedacito pequeño de su magnitud real.
Nos hemos sentido afortunados, bendecidos, por haber podido transitar en estos días sin nada que lamentar.

Pasado el miedo inicial, y empezando a tomar conciencia de los alcances de lo sucedido, empezamos a mirar alrededor, y ver dolor, pérdida, incertidumbre, destrucción, muerte, pero también esperanza, optimismo, solidaridad, esfuerzo, resignación, cariño.

Es notable cómo frente a las situaciones límite, sale la esencia de cómo realmente somos. Hay héroes que viven entre nosotros y que son capaces de hacer lo imposible.  Hay ángeles que cubren con su calidez. Hay soldados obedientes y prestos al llamado de ayudar. Hay amigos que vencen cualquier limitación para hacer llegar su mensaje de apoyo. Hay familias enteras que se reencuentran, y otras que nacen. Es una tremenda oportunidad para sacar lo mejor de nosotros. Lo mejor de un país.

Y porque he visto lo mejor, también me duele tanto, y me da vergüenza, ver esas masas informes de personas que aprovechan la menor oportunidad para revolcarse en la mugre de la barbarie, bajo el pretexto de tener hambre y sed. No importa cuánto pueda crecer un país. No importa cuánta infraestructura, cuántos planes sociales, cuánto empleo, cuánto producto interno bruto. Inevitablemente, hay una porción de la sociedad, que todavía no termina de asimilar lo que es precisamente vivir en una sociedad. Ante la mínima chance, reaparece ese animal embrutecido y sin valores, que no es capaz de distinguir lo que está bien de lo que está mal, que sonríe a una cámara que transmite en vivo y en directo su crimen, a un mundo que mira azorado.

¿Qué se hace con eso? O con esos.