martes, 21 de diciembre de 2010

Angry Birds: ¿Jugando a ser terroristas?


OK, me dejé llevar por la moda de Angry Birds. Anoche estaba a la 1 de la mañana, gastando las últimas energías de la batería de mi celular, sentado en el baño,  y con las piernas acalambradas, pero no me podía levantar. Tenía que pasar ese nivel, y cada pajarraco reventado sin lograrlo era una más, y una más.

Estaba a punto de enojarme y miré las plumas volar, y pensé en cómo inmolaba los pajaritos, tratando de derribar las fortalezas de los cerdos, que sonreían impunes ante mis malogrados intentos.

De pronto, una suerte de epifanía o de iluminación me mostró una nueva dimensión de este famoso jueguito. Millones de personas en el mundo estamos inmolando pajaritos como quien inmola terroristas para derribar torres gemelas!!!! 

Me costó  admitirlo porque por principio rechazo cualquier forma de violencia, pero en el fondo es la misma situación. El pobre pajarito inocente que entregando su vida por una causa mayor, logrará vengar a los suyos de esos cerdos capitalistas que se resguardan en sus rascacielos fortificados. ¿Eso en sicología no se llama proyección? 


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Temporada de Cerezas

Siempre que llega diciembre, vuelvo a pensar en las cerezas. Hay quienes prefieren las frutillas, los berries de cualquier tipo, o los duraznos. A mi me gustan las cerezas.
Debe ser porque son un flashback a mi infancia en un barrio que terminaba en una finca llena de cerezos. Finca inevitablemente asaltada año tras año, generación tras generación de vecinillos ávidos de ese sabor que teñía de rojo las carcajadas agitadas. Carcajadas que escapaban furtivamente como furtivamente habían escapado de algún escopetazo al aire. Siempre un cuidador perro del hortelano, de esos que no comen ni quieren dejar comer.
Hoy la finca ya no está. Está por supuesto el infaltable mall a cielo abierto, con cientos de vistosos negocios y tiendas para todos los gustos. Las calles pavimentadas. Y guardias pero que no disparan al aire. No disparan. Seguros de la civilidad de las miles de familias que recorren los negocios los fines de semana. Y que por supuesto, no roban cerezas como lo hice yo con mis amigos. Pero esa es otra historia anestesiada.
Por eso me gustan las cerezas, y como alguien me dijo por ahí, mejor si son maduras. Y robadas.