viernes, 23 de diciembre de 2011

¿The Clinic o The Cinic?

El martes nos encontramos con unos amigos en el Bar The Clinic. No lo conocía, aunque conozco la revista que me hace reír tanto con sus disparates tendenciosos. Y siemre me quedo con eso, con los chistes de las primeras páginas y los jueguitos de palabra de los pies de página. Las otras notas y reportajes confieso que me dan lata leerlos. Debo ser superficial y solo me gusta reírme de esas cosas triviales.

Pero lo que me hace reír más aún, es esa simpática inconsistencia que hay entre tantos pensadores, periodistas, poetas y mercaderes de la izquierda. Digo, porque la experiencia del Bar The Clinic, es un poco un combo ideológico, pero empaquetado según las leyes del más puro marketing norteamericano que tanto se empeñan en criticar. Como aquel poeta, partidario acérrimo y representante diplomático que tiene tres casas bastante parecidas a los palacetes burgueses de los "cerdos capitalistas".

Sin ir más lejos, igual que cuando uno va a Disney, el merchandising está disponible y nos tienta por todas partes, si reciben tarjeta de crédito en cuotas o Red Compra con esas maquinitas mágicas. Es más, con un poco de suerte, también puede uno tomarse una foto, no con Mickey Mouse, sino con el compañero Salvador Allende. Ya lo decía Kevin Johansen, "McGuevara o CheDonald's..." así es The Clinic.

Para que vea que no me lo inventé, acá está la prueba de mi foto con el "compañero", gracias al gran Gabriel Pacheco.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

las cosas que hay que oír.

resulta que he tenido que estar en sesiones diversas de focus groups. señoras de 35 a 45, que usan productos de belleza. aprendo que hay tres tipos:

- las que usan los productos de nuestro cliente.
- las que no están ni ahí con gastarse 50 dólares.
- las que se gastan 150 dólares.

Escucho de rituales, de mandatos culturales, de la belleza como carta de presentación, de muchas cosas que hablan mujeres entre mujeres y que siempre resultan ser bastante curiosas. A veces sorprendentes, otras predecibles. Siempre intentando indagar en esa compleja maraña que es el mundo de la percepción.

De pronto, el comentario de una de las señoras del grupo de las que se gastan 150 dólares, me hace pensar seriamente en qué tipo de mundo puede uno vivir:

"yo creo que al final, la gente pobre tiene más plata que uno para comprarse estos productos, una tiene que pagar las nanas, el jardinero, el piscinero, y al final la plata se te va en esas cosas en cambio como ellos no necesitan pagar eso, tienen más plata disponible". 

¿Cómo tanta incapacidad de mirar mas allá de su nariz? ¿Cómo tanto egoísmo, tanto desparpajo, tanto ensimismamiento, tanto enanismo mental? Definitivamente, mientras exista ese pensamiento, esa incapacidad de ver realmente al otro, las brechas van a ser insalvables...