lunes, 26 de noviembre de 2012

de la soledad y la montaña

Hace más de quince años que atravieso la Cordillera de los Andes cuatro o cinco veces al año. Y cada vez que paso por ahí, es esa sensación de inmensidad y de silencio. Siempre siento que el viento llena todos los espacios, y que es imposible no encontrarse, si uno se toma el tiempo para detenerse un par de horas, o mejor, por algunos días, en esa infinitud.
Podría pensarse que es un lugar solitario, y posiblemente así lo sea. Sin embargo, cuando estoy ahí, es imposible sentirme así. Siento por alguna misteriosa razón que estoy más conmigo que nunca. Como si fuera un lugar místico que me oprime el pecho suavemente para ver en las miles de siluetas, colores, sombras y espacios, un poco de mi vida.
Vi esta foto y me acordé de eso. De la sensación de estar físicamente tan solo como sólo podría estarse en un lugar como la montaña cuando estás solo, y sin embargo, sentirte más acompañado que nunca.


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