miércoles, 4 de junio de 2014

Cielo de los argentinos, cielo del mundo en realidad.

Tanto tiempo. Más de un año sin escribir. Sin escribir acá. Quizás la distancia necesaria para evaluar si vale la pena o no dejar impresiones totalmente subjetivas de un mundo que sigue dando vueltas alocado, sin importarle un comino mi modo de mirarlo. Pero qué importa. Después de todo prefiero no quedarme con esa sensación de mirar y decir para mis adentros "qué hubiera pasado si...".

Así que acá voy de nuevo. Y qué mejor que acordándome de un grande. Un genio. Un maestro: Roberto Fontanarrosa, a propósito de toda esta fiebre u obsesión previa al mundial del fútbol.

Alguna vez leí ese cuento maravilloso que se llamaba "Cielo de los Argentinos", donde el cielo era un Asado, y los amigos iban llegando, porque en cualquier momento en el tele, un partido de fútbol iba a empezar. Y hasta dónde yo recuerdo, el partido nunca empezaba, y eso era el cielo. Porque claro, Fontanarrosa no lo decía pero yo voy cerrando esa metáfora, que esa es la gracia. El partido está por empezar, es un momento perfecto. Porque una vez que empezó, el cielo se desmorona. El cielo no tiene nervios,  ni temor, ni desmesuras, ni nada de eso que sentimos cuando el pitazo inicial hace que los 22 jugadores y los miles de millones que los seguimos empecemos a sufrir.

Ahora vivo en otro país, pero el sentimiento es el mismo. Claro que quiero que gane Argentina, y quiero también que gane Chile. Y todo es posible, porque ahora estoy en el cielo. Todos de alguna manera estamos en el cielo. Vistiéndonos para la fiesta. Lustrando los zapatos. Afinando las gargantas o lo que sea que hagamos en el estado previo de prepararnos para algo que vamos a vivir. Mi punto es que este es EL momento. No después. No en la fiesta en sí. No en el partido. El cielo es la previa. Es el antes. Es el momento perfecto. La ansiedad antes de. La perfecta expectativa de pensar que al final cualquier cosa podría pasar.

El cielo, el futbol, la vida, igual que los relatos de misterio o de terror, es mucho más perfecto antes que cuando vemos el monstruo o empieza el partido. Qué bien lo saben los que construyen los relatos que nos hacen amar un equipo de fútbol, comprar un plasma de 70 pulgadas o aprobar una reforma estructural del estado...





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