martes, 10 de noviembre de 2009

Concebir

Hoy podría haber sido un martes más. Uno de los tantos martes que con los últimos meses del año te aceleran el ritmo de las horas. Esos llenos de reuniones, de proyectos con alarmas que te suenan, y con la vertiginosa sensación de estar siempre llegando tarde a todos lados, y nunca estar realmente en ninguno, con todo el sentido del verbo estar.

Hoy podría haber sido un día más, pero para qué abundar en los detalles de lo cotidiano, de los pequeños eventos llenos de logros anónimos; esos que van formando día a día una vida. Para qué detallarlos, si en momentos como hoy, toda la rutina se detiene. Todo el mundo da una vuelta completa en tu cabeza, y tu corazón late acelerado con un millón de imágenes que pasan y te van contando una vida completa en stop-motion. Todos los problemas se diluyen en el momento en que tu realidad de hoy, es menos real que lo que te pasa por adentro.

Y todas las posibilidades y todos los sueños y todos los proyectos, y todas las mejores intenciones de hacer las cosas diferentes esta vez, y todo el vértigo de la vida y la vida al fin, se atraviesan y te confrontan, en un millón de caminos y encrucijadas, donde la única opción, es ser feliz. Y a cada segundo, volver a sentir esta inmensa plenitud con la que me desperté esta mañana, cuando mi mujer me susurró "vas a ser papá de nuevo".

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